El ingeniero José Andujar, es la luz al final del túnel que el SDO, esperaba con ansias.

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El ingeniero José Andujar, llegó a la alcaldía con la misión clara y convincente, tiene muy bien claro lo que hará desde la dirección del Cabildo del Municipio Santo Domingo Oeste.

Ha sido un gerente exitoso en lo privado y ha sabido manejarse de forma ejemplar en los puestos o dirección que le ha tocado dirigir o trabajar en el Estado, lo que indica que no es un improvisado, sino, más bien, un conocedor neto de sus funciones.

Andujar, Llegó a la alcaldía consciente y repleto de ideas para aplicarlas y desarrabalizar el ayuntamiento, y el mismo municipio, de ideas que estuvieron por mucho años anquilosadas por la pasada administración edilicia.

El primer grito de guerra externado por el honorable alcalde, fue «Cambiar el desorden mayúsculo por el ORDEN GENERAL», y sin lugar a dudas, lo ha venido haciendo con todas las luces que amerita ese maldito entramado pasado.

Siempre vislumbre en el líderazgo politico de Santo Domingo Oeste, que al final del túnel habría una luz que nos iluminaria de manera eficiente y general en todo los contornos del municipio, y ese líder de masas era el ingeniero José Andujar con sus ideas y su trabajo tesonero puesto en boga en esta gestión municipal haría lo mejor.

Ha subido manejar los espacios públicos de forma inigualable, ha sabido manejar las finanzas de forma correcta por el bien del municipio, ha sabido darle el giro correcto al caos que envolvió a este municipio durante tantos años de amargas gestiones sin avances ni brújulas.

En el poco tiempo que tiene de gestión, ha demostrado que las cosas se pueden hacer de forma eficiente sin daños a tercero, y que realmente solo faltaba voluntad política en las otrora gestiones que nos desgobenaron municipalmente.

Será el mejor alcalde nunca visto en esta alcaldía de SDO, aunque muchos satanicen sus ideas y la gestión, al final de ella o, a mediado de ella aceptarán las ideas y dirán que fue lo mejor que nos pudo ver pasado en este municipio.

Por Rafael Fernández

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