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Es interesante como Santo Domingo Oeste, siendo uno de los municipios más importantes
de la República Dominicana, de los primeros 6 en población a nivel nacional, ha relegado su
participación en la mayoría de sus manifestaciones sociales y culturales a chats de whatsapp
y discusiones estériles. A pesar de contar con elementos históricos que lo vinculan a
momentos clave de la historia precolombina, destacándose como un espacio que fue habitado
desde que existen registros en la isla, sorprende la escasa actividad cultural constante en la
zona.

Desde medios locales, como el que publica este artículo, escuchamos sobre una práctica que
podríamos llamar periodismo navideño: comunicadores, principalmente digitales, que solo
aparecen e interactúan en diciembre, tal vez motivados por los incentivos de los agasajos
navideños para la prensa local. De igual manera, observamos como, al llegar febrero (no
aplica en años de elecciones), la cultura se convierte en el tema central del municipio, pero
solo por un breve período de tiempo, es en este mes cuando surgen analistas, gestores y
asesores culturales y la cultura en Santo Domingo Oeste parece cobrar vida.

Si bien febrero es el mes más importante para la República Dominicana, pues marca la
independencia y otros acontecimientos históricos cruciales, no es por esta razón que la cultura
adquiere su única relevancia en Santo Domingo Oeste. Lamentablemente, la razón principal
es la celebración de los carnavales locales.


Esto no es algo negativo en sí mismo, ya que el carnaval es la principal manifestación cultural
del país. No es casualidad que esta festividad agrupe y contemple todos los elementos
culturales que nos representan como sociedad. Aunque algunos puedan argumentar que la
música, la danza, la pintura o las artes plásticas son las expresiones más representativas de
nuestra identidad, el carnaval sigue siendo el escenario popular por excelencia. En él
convergen pintores, bailarines, cantantes y creativos de todo tipo. Es un reflejo perfecto de
nuestra cultura: ruidoso, desordenado, colorido, pero, para quienes lo conocemos, un
desorden organizado.

Uno pensaría que toda esta atención sería motivo de alegría para quienes trabajan en la cultura
durante todo el año, ya que los carnavles enfrentan la disyuntiva de que en noviembre es muy
temprano, en diciembre estamos en navidad, en enero hay resaca y en febrero están tarde. Sin
embargo, el interés suele estar más vinculado a motivaciones políticas o personales. Al final,
la cultura solo tiene un mes de visibilidad en Santo Domingo Oeste, y no es visibilidad por
interés cultural, sino por intereses personales.

El mejor reflejo de esta realidad es la falta de apoyo por parte del empresariado, las
autoridades e incluso la misma prensa, que convierten los carnavales de Santo Domingo
Oeste en un tema de conversación pasajero y de conflicto.

Por: Julio César Pérez @dandocaco

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