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La velocidad de la información es ahora meteórica gracias a Twitter, Instagram, YouTube, WhatsApp, Facebook y de los mismos periódicos, que se vieron en la necesidad de digitalizarse para poder seguir el ritmo del presente.
Pero… Hace una semana, entré a ver nuevas fotos de María Félix, la mujer más hermosa (y puntillosa) que ha existido en el planeta. Estando en esos menesteres me topé con una fotografía de un supuesto alineamiento, hace unos años, de Mercurio, Venus y Saturno sobre las pirámides de Giza, en Egipto. Leí el actual artículo que presentaba la foto y me quedé pasmado. Ese alineamiento jamás ocurrió. Aquello era noticia falsa.

No crean que me asombré mucho del hecho, aunque sí me molestó bastante y preocupó más. ¿Cuántas personas leyeron y creyeron aquel disparate?

La preocupación viene al caso, porque cada día hay más personas en el mundo convirtiendo a las redes sociales en su lugar preferido de estudios y consultas. No pocos comunicadores de medios electrónicos de aquí, parecen creer que ciertos sitios digitales son ahora como los antiguos oráculos de Delfos. Esto es peligroso.

Unos de mis médicos, la doctora Molina, en una ocasión me regañó porque estaba consultado demasiado al “Doctor Google” sobre un ganglio que se me había inflamado. Efectivamente, luego descubrí que casi todas las informaciones obtenidas de supuestos especialistas y enciclopedias de la salud, estaban equivocadas. ¡Grave asunto!

En el plano cultural, la gente está dando como un hecho todo lo asegurado en enciclopedias, revistas y artículos de supuestas “eminencias” de Internet. Igual dan como realidad absoluta todo lo que se publica antecedido de “Los estudios demuestran que…”.

Ciertamente, en el proceso cultural de estos tiempos, las plataformas digitales hacen una contribución. Empero, hay que tomar sus informaciones con pinzas y leerlas con muy potentes lupas. La cantidad de errores o imprecisiones que leo, hasta en enciclopedias famosas que se ofertan gratis en Internet, es alarmante. Y sabemos que los errores en libros, enciclopedias y ensayos son como los ratones en una casa: si vemos uno demos por seguro que hay muchos más.

Escuelas, academias y maestros son las reales entidades para la formación y el conocimiento. Cuando éste se tiene podemos hasta discernir con coherencia de verdades establecidas… transitoriamente. Ellas nunca son inmutables para el conocimiento, que es la única libertad verdadera.

Podemos, y debemos, seguir utilizando las informaciones digitales, pero no demos como seguro todo lo que allí se afirma. Algunas veces cometen errores del tamaño del Coliseo Romano.
En el teatro solemos decir que lo único absolutamente real en la vida es el… ¡Telón!

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